En un
mundo donde hasta el ser más mínimo tiene vida.
A veces
me cuesta pensar sobre tanta gente
desamparada, en medio de tempestades, sin comida, sin destino, con solo lo que
recoge o lo que otros botan porque hiede o no les sirve. Es difícil comenzar a imaginar que hasta el ser más mínimo o diminuto
de este mundo tiene vida, y que siente
de alguna forma aunque no sea como los humanos. Fue así como me costó pensar el
día que vi un pobre perro dormido en una finca debajo de una mata de mango,
lleno de pulgas, con una enfermedad rarísima
y que apenas podía mover la cabeza, me costó
pensar en “una muerte lenta y dolorosa”.
No podía hacer nada y solo dije en mi mente que este solo Tiene a Dios.
Este es
Olegario en Constanza
Él estaba
tirado en una acera, tengo 50 pesos en mi bolsillo, se lo paso y me lo
devuelve, mi amigo me dice: “Tu ta más loco que él, dándole 50 pesos”. Sin saber qué hacer con
Olegario a pesar de su trastorno, me
dije a mi mismo: No creo que le lleve mucho al perro aquel, Dios lo tiene que cuidar.
Pero aun
así se me hace difícil mirar tanta gente desamparada en las aceras, que un
problema mental o la dificultad misma de la necesidad, andan deambulando en la sociedad por “la culpa de
una forma de vida que siente aunque sea tan diminuta delante del universo mismo”
(o nadie sabe a quién echarle la culpa). Pero no me tengo que ir tan lejos (Dizque el
universo mismo) , el derroche de dinero innecesario, el valor de una papeleta
en manos de una especie que le crea importancia, esa importancia que cada día daña
una sociedad ciega que puede ver tantas cosas,
pero que al mismo tiempo no ve (O se hace la ciega) es más fuerte que el
“universo mismo”.
En lo
personal, cuando ya no puedo con algo, la sociedad me ha hecho decir, creer o seguir pensando que “Todo lo que
falta hay que dejárselo a Dios”…
Saludos
y abrazos, “Que sea lo que Dios quiera”.
Me ha encantando tu entrada. Tienes una gran sensibilidad.
ResponderEliminarUn abrazo