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30/5/15

Nuestra Madre no ha muerto.

Cada mañana escucho a mi sobrina  Leo  llamar a Yani mi prima hermana, ella la llama MAMÁ, un Mamá se escucha cuando Yani está lejos de ella, aunque vaya a la sala o  la cocina,  Leo siempre llama a Mamá, ha comenzado a dar sus primeras palabras; mamá a veces sale y “La Leo” siempre  llora cuando mamá se va.

            Josefina

Me da algo de tristeza escuchar La Leo decir mamá, a veces me reflejo, me transporto a la niñez, me imagino un niño llamando a Mamá,   a Mami. Como La Leo ha comenzado a dar sus primeras palabras y esas son  las que no puede olvidar ni dejar de decir,  me da algo de energía y alegría saber que pasé por la edad donde  voceaba a MAMÁ, pero pasé por otras épocas donde le dije Mami,  seguía como “el carrusel de la vida”,  y ella me enseñaba más, entonces llegaron las letras, el sentido de las cosas, más querer, más saber, ya supe decir  Tía, Tío, Abuela, Abuelo, aunque no pude decir Papá o Papi con frecuencia,  me sentía protegido con Mami, era como si no necesitara un papá, porque en una sola  persona se encontraba mi MAPA. Me di cuenta que tenía  el MAPA perfecto de la vida, la razón que siempre daba fuerzas de  existencia, de valor y de moralejas, pero siempre estaba claro que algún día perdería mi MAPA,  o mi MAPA me perdería a mí, era el destino de un viajero, que apasionado con sus rutas no soltaba su camino hasta terminar su travesía. Fue un molde destinado a su realidad, esa presente y completa, esa que no termina hasta el día final.  
                La silla

Mi MAPA me enseñó más destinos, era la voz perfecta de consejos, que aunque con dudas  tenía que seguir, al final esa era la guía;  Hoy mi Tía es mi MAPA, Josefina, ahí está mi consejera, para mí, el ejemplo más espectacular de superación que conozco, donde se encuentra mi mamá, en cada paso que da, en cada moraleja que me enseña, en cada sentir, es un ser humano tan espectacular, tan impresionante como quiero describirlo. Por eso, nuestra madre no ha muerto, he querido verlo de esa manera, de tenerla viva en mis andanzas, de tenerla tan cerca de mí, de llevarla en mi corazón, Nuestra Madre no está muerta, ella está ahí con nosotros, en el recuerdo de nuestras primeras palabras, en otras personas que de verdad son especiales, que reflejan un querer maravilloso, ahí debemos de dar el amor, ese que tal vez no llegamos a dar completo en el tiempo de lo vivido, pero si podemos dar con el tiempo de lo que estamos viviendo, no dejar el deseo de superar, de amar, de vivir cada instante con energía, de saber que nuestra madre ve cada paso de amor y lucha que damos. Si mi MAPA se ha perdido a mitad de camino, queda lo que aprendí de él mientras estaba caminando, es el destino de este viaje maravilloso, de esta tierra.


Nuestra Madre no ha muerto. 

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