Cada mañana escucho a mi sobrina Leo llamar a Yani mi prima hermana, ella la llama
MAMÁ, un Mamá se escucha cuando Yani está lejos de ella, aunque vaya a la sala
o la cocina, Leo siempre llama a Mamá, ha comenzado a dar
sus primeras palabras; mamá a veces sale y “La Leo” siempre llora cuando mamá se va.
Me da algo de tristeza escuchar La Leo decir mamá, a veces
me reflejo, me transporto a la niñez, me imagino un niño llamando a Mamá, a Mami. Como La Leo ha comenzado a dar sus
primeras palabras y esas son las que no
puede olvidar ni dejar de decir, me da
algo de energía y alegría saber que pasé por la edad donde voceaba a MAMÁ, pero pasé por otras épocas donde
le dije Mami, seguía como “el carrusel
de la vida”, y ella me enseñaba más,
entonces llegaron las letras, el sentido de las cosas, más querer, más saber,
ya supe decir Tía, Tío, Abuela, Abuelo,
aunque no pude decir Papá o Papi con frecuencia, me sentía protegido con Mami, era como si no
necesitara un papá, porque en una sola
persona se encontraba mi MAPA. Me di cuenta que tenía el MAPA perfecto de la vida, la razón que
siempre daba fuerzas de existencia, de
valor y de moralejas, pero siempre estaba claro que algún día perdería mi MAPA,
o mi MAPA me perdería a mí, era el
destino de un viajero, que apasionado con sus rutas no soltaba su camino hasta
terminar su travesía. Fue un molde destinado a su realidad, esa presente y
completa, esa que no termina hasta el día final.
Mi MAPA me enseñó más destinos, era la voz perfecta de
consejos, que aunque con dudas tenía que
seguir, al final esa era la guía; Hoy mi
Tía es mi MAPA, Josefina, ahí está mi consejera, para mí, el ejemplo más
espectacular de superación que conozco, donde se encuentra mi mamá, en cada
paso que da, en cada moraleja que me enseña, en cada sentir, es un ser humano
tan espectacular, tan impresionante como quiero describirlo. Por eso, nuestra
madre no ha muerto, he querido verlo de esa manera, de tenerla viva en mis
andanzas, de tenerla tan cerca de mí, de llevarla en mi corazón, Nuestra Madre
no está muerta, ella está ahí con nosotros, en el recuerdo de nuestras primeras
palabras, en otras personas que de verdad son especiales, que reflejan un
querer maravilloso, ahí debemos de dar el amor, ese que tal vez no llegamos a
dar completo en el tiempo de lo vivido, pero si podemos dar con el tiempo de lo
que estamos viviendo, no dejar el deseo de superar, de amar, de vivir cada
instante con energía, de saber que nuestra madre ve cada paso de amor y lucha
que damos. Si mi MAPA se ha perdido a mitad de camino, queda lo que aprendí de
él mientras estaba caminando, es el destino de este viaje maravilloso, de esta
tierra.
Nuestra Madre no ha muerto.